Jueves 9 de Mayo de 2024

EFEMÉRIDES NECESARIAS

11 de enero de 2024

HISTORIA DE LA HOJA DE COCA

El Ministerio de Relaciones Exteriores del Estado Plurinacional de Bolivia declaró el 11 de enero como el Día del Acullico, que consiste en el masticado de la hoja de coca en su estado natural y es la expresión de una tradición ancestral. La historia de la planta de coca es muy curiosa, mezcla religión, medicina y política y, si bien es un símbolo de los pueblos andinos, en algunos lugares, como en Salta, el consumo de las hojas es un hábito cotidiano.

Por Fernando Barbarán

 

Hoja Sagrada

 

En el altiplano andino, había una vez una familia que tenía una hija llamada Inal. Ella era muy hermosa, pero a medida que fue creciendo se convirtió en una señorita inquieta, intranquila a la cual los hombres de la comunidad la deseaban. Ella aprovechaba su belleza para cortejar a todos los varones que se le acercaban. Su padre, cansado de estas actitudes, la violentó físicamente hasta dejarla postrada en una cama. Inal finalmente murió y su madre la enterró en el patio de su casa. Un día, de la tumba brotó una planta particular, de hojas verdes enormes, flores blancas y semillas rojizas. La madre regaba y cuidaba siempre esa plantita. Cuando la señora envejeció, también quedó postrada en cama e Inal se le apareció en un sueño diciéndole que mascara las hojas de la planta que había crecido en su tumba, porque le harían bien. La madre masticó las hojas, mejoró y empezó a repartirlas entre todas las personas diciéndole que la planta se llamaba kuka y que en ella estaba el espíritu de Inal.

Para los aymaras, Inalmama es hija de la Pachamama (madre tierra) y hermana de Kollamama (madre de la medicina).

Del quechua kuka, se deriva la palabra coca.

La hoja de coca ha sido utilizada por los pueblos andinos como fuente de energía corporal y comunicación con los dioses, por eso se ha escrito muchísimas leyendas sobre ella. Era adorada como una deidad y su uso principal era como ofrenda al sol (Inti), a la Pachamama y a otros dioses. Se la utilizaba para purificar lugares sagrados como ser las huacas o las apachetas, para sanar espiritualmente a las personas, para dar como ofrenda por una buena cosecha, para pedir favores personales o para festejar un logro o una obra (challar).

Los sacerdotes andinos descubrieron rápidamente las propiedades químicas que tenía la planta, por lo que las utilizaron tanto para curaciones, medicina básica, como para hechizos o augurios, dándole una importancia cada vez mayor a las hojas.

 

Usos pre-incaicos e incaicos

 

Se estima que desde hace 20.000 años antes de Cristo se hace uso de las hojas de coca. Sin embargo, los registros históricos datan desde los 3.000 años antes de Cristo, en artículos u obras de arte que se fueron descubriendo de las culturas Valdivia, Laurincocha, Toquepala, Paccaicasa, Pukará, Tiwanaku, Chimu, Chavín, Paracas y Mochica, la mayoría habitantes de alrededor del Lago Titicaca, pero también de la costa del pacífico y de las yungas peruano-bolivianas.

Los Chavín, una de las más antiguas culturas pre-incaicas, demuestran los primitivos usos de la coca en sus cabezas clavas, donde algunas figuran con los cachetes abultados, clara muestra de estar mascando las hojas. Estos utilizaban el acullico tanto para las tareas agrícolas como para las religiosas.

Los Mochica, que vivieron entre el 750 y el 200 antes de Cristo, también manifestaban el consumo de la planta en sus esculturas, pero además hay registros de los usos de sus chuspas, una especie de bolsas tejidas de alpaca donde se conservaban las hojas.

Los Paracas, por su parte, también utilizaron las hojas de coca para ritos religiosos y para los velorios de los fallecidos. Se encontraron cientos de momias acompañadas de sus lujos, cerámicos, pero también de hojas de coca, ya sea alrededor del cadáver o en el interior de sus mejillas en forma de acullico.

La cultura Chimu, heredera de algunas influencias de los Mochica, fueron los primeros en trasladar las hojas de coca desde la selva hasta la costa peruana.

En la Provincia de Salta (Argentina), se encontraron tres momias en perfecto estado de conservación, debido a las bajas temperaturas, en un templo de altura en el Volcán Llullaillaco. Todas tenían hojas de coca, ya sea en forma de ofrenda o como acullicos.

Con la irrupción y extensión del Imperio Incaico, la planta de coca y su consumo alcanzó un grado importante de relevancia política, religiosa y económica. Desde el principio se la consideró sagrada, ya que cuenta la leyenda que el dios Inti le concedió a su hijo Manco Cápac, fundador del Imperio Incaico, hojas de coca para aliviar el sufrimiento humano e infundir vigor a la nueva sociedad que proponía el incanato.

Las hojas de coca se distribuían en el Tahuantinsuyo a través de los Curacas, jefes de las divisiones estatales del imperio, quienes tenían unas diez mil familias a su cargo y se encargaban de dirigir la política agraria y los trabajos artesanales. Este se aseguraba que cada adulto trabajador de la tierra o de las tareas administrativas generales del Estado, tenga su ración de hojas de coca, como forma de mantener controlada la cosecha y producción y asegurarse la distribución equitativa.

El Sapa Inca, monarca absoluto del imperio, tenía un jardín llamado koricancha, con representaciones de hojas de coca labradas en oro. La hoja sagrada constituyó siempre uno de los elementos vitales en la configuración del mundo incaico. En este templo, se celebraban sacrificios especiales con coca en las ceremonias incaicas y se consideraba esencial que los fieles se acercaran al altar solo cuando tenían coca en sus bocas.

Pachacútec, uno de los primeros gobernadores incas, fue quien ordenó que se extendieran las plantaciones de la coca en el imperio. La distribución de la hoja sagrada entre la población le sirvió para ejercer el control social.

También, la coca la utilizaron “libremente” algunos funcionarios claves del imperio. Por ejemplo, permitía a los chasquis (mensajeros), recorrer grandes distancias, debido a las propiedades de la hoja, pero también por el rol esencial que significaba este trabajo para el Estado incaico y su control poblacional.

Los incas han utilizado además las hojas como anestésicos en procesos medicinales más complejos, como ser las cirugías o trepanaciones craneales.

 

Símbolo de resistencia

La hoja de coca se convirtió en un símbolo de resistencia indígena durante la época de la conquista española.

Primero, porque Pizarro al derrotar a Atahualpa, le obligó a prohibir el uso de la coca en el imperio. Los españoles vieron con desconfianza las costumbres alrededor de la planta porque no encuadraba con las creencias católicas; la coca era de otros dioses, tenía otros rituales y le temían por las “hechicerías” que los indígenas realizaban con las hojas, lo cual se asemejaba a la ilusión del demonio. En 1551, el Primer Consejo Eclesiástico de Lima, condenó a la hoja de coca como diabólica y como un obstáculo para la cristiandad. Sin embargo, esta prohibición, desencadenó en un mayor consumo puesto que atentaba contra las costumbres y creencias sagradas de las culturas andinas, sean o no incaicas. Fue el primer símbolo de resistencia indígena luego de la conquista, el cual ha terminado triunfando.

Al no poder derrotar la idea sagrada de la hoja de coca, sumando a que los intereses de los conquistadores eran los saqueos de minerales y la ambición de oro de las autoridades católicas iban estrechamente de la mano con la conversión de los indígenas, se aceptó el consumo y la administración de la coca pasó inmediatamente a manos de los funcionarios del virreinato. Mientras se vaciaban las minas del altiplano y alrededores, el oro se iba a España y el trabajo esclavo era abonado con raciones de hojas de coca, para mantener a las comunidades originarias calmadas. Por ejemplo, en Potosí de 1573, donde había una de las extracciones más grandes de plata, el consumo mensual de hojas de coca equivalía a 450 kilogramos de oro.

Personajes empedernidos por la liberación del yugo español, como ser Tupac Amaru o Tupac Catari, no les pareció esta forma de dominación y emprendieron batallas contra el virreinato que hicieron tambalear a los funcionarios. Si bien los resultados no fueron favorables, la cultura pre-incaica e incaica, entre esos ritos, el mascado de la coca, ha podido subsistir a cinco siglos de dominación, primero española y luego norteamericana.

 

Actualidad

 

Costumbres: Las nacionalidades originarias, principalmente las descendientes o vinculadas a los quechuas o aymaras, han mantenido activamente los valores culturales y sociales de la coca. Para ellos, las relaciones interpersonales, acontecimientos sociales, ceremonias, transacciones, logros personales o alianzas, son iniciados o celebrados con las hojas de coca. Todavía se conservan algunas tradiciones como la adivinación de las hojas o la ofrenda a la Pachamama en fechas específicas.

 

Medicina: Los argumentos medicinales como defensa de la hoja de coca son innumerables. Todos los estudios científicos han demostrado que la coca puede curar más de cincuenta enfermedades. El jarabe de las hojas es un poderoso estimulante del sistema sanguíneo y muscular, sirve para el mal de altura, para afrontar los cambios de clima y diferentes enfermedades como las gastralgias, enteralgias, artritis, úlceras estomacales, tratamientos en fiebres tifoideas, tuberculosis, cólicos, asma, neumonía. Además evita el escorbuto, las caries y la obesidad.

 

Narcotráfico: En 1858, el químico alemán Albert Friedrich Emil Niemann, aisló de la Erythroxylum Coca (nombre científico de la planta), la cocaína, un alcaloide activo en la hoja. Su colega Wilhelm Lossen, continuó las investigaciones y logró descubrir la fórmula química de la cocaína. Este químico se utilizó en un principio como anestésico llegando a generalizarse su uso en el Siglo XX en todos los campos de la medicina. Sin embargo, debido a lo adictivo de la sustancia, la dependencia que genera y sus daños a la salud por el consumo excesivo, la cocaína se declaró ilegal y está incluida en la Convención Única sobre Estupefacientes de las Naciones Unidas, con el fin de combatir su tráfico y consumo. Al convertirse en droga ilegal, facilitó la aparición de grandes carteles de producción y venta en países de Latinoamérica, que en connivencia con gobiernos y grandes empresarios, lograron llevar el producto a Europa y Estados Unidos, estos últimos los más grandes consumidores de cocaína del planeta. En Norteamérica se consume el 50% de la cocaína que se produce, cada año un millón de estadounidenses usa por primera vez la cocaína, cerca de la mitad de ciudadanos que son arrestados anualmente tienen cocaína en sus orinas. Esta problemática le ocasionó a la coca recibir indirectamente regulaciones y reglamentaciones internacionales o nacionales que llevaron a suspender o ilegalizar su consumo, a pesar de estar separada su costumbre de la droga-dependencia que produce la cocaína y de necesitarse unos 300 kilogramos aproximadamente de hojas de coca para lograr solo un kilo de clohidrato. La hoja de coca no es la droga.

 

Coca-Cola: En 1863 el químico italiano Ángelo Mariani se las ingenió para crear una bebida preparada con extractos de hojas de coca y vino de Burdeos, la cual nombró como Vino Mariani. Esta bebida se la utilizó como tónico médico y se la recomendaba para la impotencia, fiebre, gota, insomnio, entre otras enfermedades. En 1885, John Styh Pemberton, un farmacéutico de Atlanta, comercializó la primera bebida con este tónico y lo llamó French Wine Coca. Un año después, debido a la prohibición de alcohol en Estados Unidos, modificó la fórmula y le agrega a la bebida edulcorante, nuez africana, cafeína y… cocaína. Las primeras publicidades de la Coca-Cola, expertos en esta área desde sus inicios, la bebida era recomendada para los intelectuales y los alcohólicos en abstinencia. Luego de declarar la cocaína ilegal, la receta de la Coca-Cola cambió y se le agregaron extractos directos de la hoja de coca, para mantener el sabor característico. Hoy en día la Coca-Cola contiene extractos no alcaloides de hojas de coca, que son producidos por la empresa Stepan Chemicals de Chicago; las hojas de coca son adquiridas legalmente con permiso del Departamento de Justicia de los Estados Unidos a través de la Empresa Nacional de Coca de Perú. Es decir que mientras se prohibía la plantación, cosecha, consumo y costumbres de la hoja de coca para evitar el narcotráfico, la empresa norteamericana podía adquirir libremente unas 115 toneladas anuales aproximadas de hojas de la planta de coca y pasarlas por un laboratorio antes de convertirla en bebida. Stepan Chemicals exporta el jarabe concentrado de los saborizantes de la hoja de coca a más de ciento cincuenta países alrededor del mundo; la cocaína extraída es vendida exclusivamente a la empresa Mallinckrodt que la purifica y luego vende a hospitales y clínicas para ser utilizada como anestésico local y usado por especialistas en el tratamiento de ojos, oídos, nariz y garganta. Totalmente legal.

 

Plantación, cosecha, venta y distribución: La planta o árbol de la coca se cultiva en la zona occidental de América del Sur entre Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia. En los primeros se cultiva la variedad de Erythroxylum Novo Granatense. Entre Perú y Bolivia crecen la Erythroxylum Truxilense, en la vertiente oriental de la Cordillera de los Andes y la Erythroxylum Coca, la más reconocida. En Perú y Bolivia, donde su venta es legal, se puede conseguir las hojas para el acullico o para preparar mates de coca, caramelos, harinas, entre otros derivados. El Estado Plurinacional de Bolivia tiene reconocidas 30.000 hectáreas de cultivo de hoja de coca en dos áreas principales: la zona de Las Yungas, en el departamento de La Paz y la zona del Chapare, en el trópico de Cochabamba. Los productores están empadronados, registrados y tienen derecho al cultivo de un “cato” de coca de 1.600 metros cuadrados. Después, la hoja de coca pasa a una cooperativa y de ahí al mercado legal. Esta es la coca que se consume en la Provincia de Salta y alrededores.

 

Hábitos: Si bien el acullico, el uso en ritos ancestrales y otros consumos están vigentes y son mantenidos por comunidades originarias, principalmente del altiplano, curiosamente en los Departamentos bolivianos de Santa Cruz, Chuquisaca y Tarija y en las Provincias argentinas de Jujuy, Salta y Tucumán, el consumo de las hojas de coca a través del acullico o el “coqueo”, como le decimos acá, se transformó en un hábito regular. El consumo se práctica más allá de las clases sociales, en muchos ámbitos laborales y hasta los políticos locales coquean, a veces por querer parecer populares y otras veces por genuinidad, pero también hacen uso abierto de la coca. En Salta, el coqueo es un rasgo identitario, algunas veces también fue perseguido, como el caso del jugador de Juventud Antoniana, Marcelo Cortés, que fue sancionado por el Consejo Federal de Fútbol por coquear antes de un partido. No obstante, este hábito se mantiene presente en toda la sociedad salteña, sin distinguir credo, etnia, posición social o ideología política.

 

Reglamentación: La coca, junto con el cannabis y el opio, se convirtió en uno de los principales objetivos de la Convención Única de 1961 sobre Estupefacientes de la ONU, que incorporó restricciones especiales sobre su cultivo, dispuso que su uso tradicional se eliminara en un plazo de veinticinco años a partir de la entrada en vigor de la Convención y clasificó la hoja de coca como una sustancia “susceptible de uso indebido”. Sin embargo, en 1994, los analistas de la ONU se comprometen a resolver el tema, valorando las costumbres de las comunidades originarias respecto a la coca y el hábito de algunas poblaciones respecto al acullico. En 1995, la Organización Mundial de la Salud  finalizó “el mayor estudio mundial sobre la cocaína hasta la fecha”, que incluía un análisis del uso de la hoja de coca. El estudio concluyó que “el consumo de hojas de coca no parece tener efectos negativos para la salud y tiene funciones terapéuticas, sagradas y sociales positivas entre los pueblos indígenas andinos”. Para Argentina, la historia no está cerrada todavía. En 1978, representantes de la Junta Militar, gobierno de facto y terrorista que dirigió el país entre 1976 y 1983, anunciaron la prohibición del consumo de la coca en el país. La hoja de coca hizo uso de su característica histórica de resistencia social nuevamente, ya que, a pesar de las prohibiciones del gobierno militar, el consumo se volvió a ejercer, de manera más exagerada en el norte del país. En el año 1989, se sanciona la Ley 23.737 de Tenencia y Tráfico de Estupefacientes, la cual, en su artículo 15, establece que “la tenencia y el consumo de hojas de coca en su estado natural, destinado a la práctica del coqueo o masticación, o a su empleo como infusión, no será considerada como tenencia o consumo de estupefacientes”. (Guardar en caso de circulación por rutas nacionales). No obstante, esto dejó un vació legal que perdura hasta hoy, porque el ingreso de las hojas de coca a Argentina es ilegal, mientras que su comercialización y consumo es permitido, ocasionando contradicciones como que un agente de la Gendarmería Nacional esté coqueando mientras persigue un camión de hojas de coca por las rutas. Es necesario en Argentina darle un marco regulatorio a todo el proceso de importación, distribución, venta y consumo a las hojas de coca.

 

Coca y sindicalismo

 

En 1997 vuelve al gobierno de Bolivia Hugo Banzer Suárez, un ex militar que había sido presidente de facto previamente y al quien, los Estados Unidos de América le imponen como vicepresidente a un empresario minero radicado en Texas: Jorge Quiroga Ramírez. Banzer le promete al gobierno norteamericano que acabaría con las plantaciones de coca en Bolivia. La razón por la que Estados Unidos tomaba esta decisión era para debilitar a los movimientos obreros de la zona liderados por Evo Morales, no lo hace para acabar con la droga en la región. Este personaje político era el Secretario General del Sindicato de los Cocaleros y Director Ejecutivo de la Federación Especial del Trópico, una de las seis federaciones sindicales de productores de coca que se encuentran organizadas en la zona del departamento de Cochabamba hasta hoy. Evo Morales influenciaba muchas personas y las organizó para pelear por la defensa de la hoja de coca, argumentando su uso cultural, las propiedades de la planta y la importancia económica que significaba en la región la cosecha de la coca. Esto le permitió a Morales una visibilidad que lo lleva a disertar sobre la defensa del consumo de la hoja de coca más allá de las fronteras de Bolivia.

Este activismo político lo llevó a Evo Morales a ser diputado por Cochabamba en el año 1997 obteniendo el 70% de los votos. Luego intentó alcanzar la presidencia en el 2002, pero terminó segundo con el 20,94% de los votos frente al 22,46% de su rival Gonzalo Sánchez de Lozada.

Finalmente, como líder indiscutido de la oposición, referente de los sindicatos cocaleros, dirigente de la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia y refundador del Movimiento al Socialismo-Instrumento Político por la Soberanía de los Pueblos gana la presidencia en el 2005 convirtiéndose en el primer mandatario indígena de Bolivia.

 

En el marco de su gestión es que se oficializa el 11 de enero como Día del Acullico y por eso esta columna dedicada a la hoja sagrada y a su defensa frente a las embestidas occidentales y cristianas, que la acusan de diabólica o de ser una droga, pero que todavía no pueden doblegar.

 

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