Jueves 9 de Mayo de 2024

EFEMÉRIDES NECESARIAS

1 de febrero de 2023

BATALLA DE STALINGRADO

El 2 de febrero de 1943 los alemanes firman la rendición frente al Ejército Rojo luego de su derrota en la Batalla de Stalingrado. Esta contienda bélica marcó un quiebre decisivo tanto para la Segunda Guerra Mundial como para la historia de la humanidad.

Ciudad Heroica

La ciudad de Stalingrado era un importante centro industrial de la Unión Soviética. Acá estaba asentada parte de la industria pesada y las metalúrgicas del país. La ciudad era una de las más importantes de la región del Cáucaso, una de las mayores reservas de petróleo del mundo. Además, era un centro neurálgico para el transporte fluvial a través del Río Volga y del transporte de ferrocarriles que conectaba Moscú con el Mar Negro.

Recibía su nombre, ya que Iósif Stalin había dirigido las victorias del Ejército Rojo durante la guerra civil contra el Ejército Blanco. Es decir, que antes de la victoria sobre los nazis, la ciudad ya había sido escenario de una victoria bélica de los bolcheviques, esta vez contra el enemigo interno.

Posterior a la Gran Guerra Patria, (denominación rusa de la Segunda Guerra Mundial), por el heroísmo demostrado por los habitantes, la ciudad de Stalingrado recibió la condecoración de “Ciudad Heroica” en 1945 y una espada forjada de Jorge VI, monarca del Reino Unido.

 “Ni un paso atrás”

La Alemania nazi dio inicio a la Operación Barbarroja el 22 de junio de 1941, mientras tenía abierto su frente occidental peleando contra Gran Bretaña y los aliados. A partir de ese momento, la Werhmacht y la Luftwaffe despliegan la mayoría de sus unidades y recursos para conquistar la Unión Soviética y cumplir el capricho de Hitler de hacer caer el comunismo, esclavizar la población eslava y construir una tierra próspera para los alemanes en el oriente europeo. Al principio todo parecía salirle bien al delirio nazi, ya que ocuparon ciudades claves del norte y el sur soviético como ser Leningrado y Sebastopol, respectivamente. Inclusive llegaron a tomar Moscú por unos días. Pero la importancia estratégica que significaba Stalingrado la hacían atractiva para su ataque, sin contar el golpe moral que quería lograr Hitler de acabar con la ciudad que llevaba el nombre del máximo líder comunista del momento.

El 17 de julio de 1942, las tropas alemanas consiguen ingresar a Stalingrado, la bombardean, ocupan edificios de importancia, fábricas, entre otros. Inmediatamente comienzan una campaña para desmoralizar a la población, ofreciéndoles su traslado a zonas seguras, siempre y cuando acepten la victoria del nazismo, utilizando métodos de amedrentamiento o a través de altavoces instalados en el centro de la ciudad. Mientras, Hitler hacía uso de su aparato propagandístico en Alemania para avisar que “ordenaría matar a todas las personas habitantes de Stalingrado por ser completamente comunistas y ser consideradas un peligro extremo”.

No obstante, la población heroica soviética, acostumbrada a los embates de la derecha, acató la Orden 277 emitida por Iósif Stalin el 28 de julio de 1942. Esta promulga del Soviet Supremo establecía que ningún oficial del Ejército podía permitir la retirada y llamaba a la sociedad en general, hombres y mujeres, a un combate a gran escala contra el nazismo. Este documento finalizaba con la frase “Ni un paso atrás”, que se convertiría en una frase simbólica de la resistencia contra el fascismo.

Lo mismo hizo el Ejército Rojo que inmediatamente movió piezas fundamentales en la dirección. Durante el sitio a Moscú, se nombra a Gueorgui Zhúkov como mariscal de campo del Ejército Rojo. Este, designa a Vasili Chuikov al mando del 62° Ejército desplegado en Stalingrado para dirigir la defensa de la ciudad. Ambos estrategas contaban con el apoyo explícito de Iósif Stalin quien no interfería en las decisiones estratégicas militares de sus cuadros, sino que les daba el apoyo y la confianza necesaria, ya que ellos estaban en el campo de batalla y conocían mejor el funcionamiento interno del Ejército Rojo. Esta muestra de liderazgo fue fundamental para los resultados de la Batalla.

Una vez que los alemanes habían ingresado mayoritariamente al centro de la ciudad, la estrategia soviética fue llevar a cabo el combate urbano. Las tropas del Ejército Rojo comenzaron a recuperar edificios de importancia militar y civil, como ser hospitales y refugios, donde convivían sol

dados y ciudadanos. Con los reclutas de la Werhmacht adentro de la ciudad, los soviéticos fueron cercándolos y así evitaban que la artillería alemana ataque sus puntos fijos, ya que corrían el riesgo de destruir sus propias tropas. De esta manera, el combate se transformó en un “puerta a puerta”, obligados los nazis a pelear en igualdad de condiciones frente a los comunistas. Pelar contra los nazis en los escombros de la misma ciudad que ellos habían destruido fue determinante.

Los soldados del Ejército Rojo fueron motivándose de a poco, consiguiendo resultados inmediatos, logrando el reconocimiento en terreno de los altos mandos a través del sistema de condecoraciones que tenía la Unión Soviética. El 22 de diciembre de 1942 el Presidium del Soviet Supremo crea por decreto la Medalla por la Defensa de Stalingrado, para recompensar a los participantes, tanto civiles como militares, en la defensa de la ciudad de Stalingrado, contra las fuerzas armadas de la Alemania nazi. Varios héroes y heroínas de la Unión Soviética fueron protagonistas de esta batalla, como ser el caso del francotirador Vasili Záitsev. Pero una columna aparte se merecen las mujeres en la defensa de Stalingrado. La Unión Soviética tenía en aquel entonces a las únicas fuerzas armadas que permitían el ingreso y la participación de las mujeres, no como auxiliares o convocadas como una medida de emergencia ante los avances de la guerra, sino como combatientes directas y militares de carrera. Tiempo después, el mismo Chuikov expondría en sus memorias el papel fundamental de las mujeres en la Batalla de Stalingrado.

En el otro lado, los nazis habían subestimado la capacidad del Ejército Rojo, el orgullo de la ciudadanía soviética y pensaron que la derrota de los comunistas sería cuestión de días. Esta soberbia ideológica y auto-creencia propagandística, llevó a los alemanes a sufrir colapsos nerviosos por las condiciones de la batalla. El mismo Friedrich Paulus, general alemán designado por Hitler para dirigir las operaciones en Stalingrado, padeció consecuencias neurológicas, como ser tics nerviosos en la cara. A estas condiciones desfavorables para los nazis, se sum

a que la convocatoria a sus aliados rumanos, italianos, húngaros y croatas, habían sido desastrosas, ya que las tropas que movilizaron no soportaron el contexto y los esfuerzos del combate en Stalingrado.

Para diciembre de 1942, Gueorgui Zhúkov acerca a Stalingrado más de un millón de soldados y planifica junto con Chuikov un cercado tipo pinza para bloquear los flancos de las tropas alemanas. Durante el mes de enero de 1943 se producen los combates más calientes de la batalla, provocando bajas sensibles en ambos bandos y mayor destrucción de la infraestructura de la ciudad. Desde el 10 de enero el Ejército Rojo eliminó veintidós divisiones de la Werhmacht, ciento sesenta unidades de reserva, más de seis mil piezas de artillería, más de mil quinientos tanques y unos ochocientos aviones. El 2 de febrero de 1943, totalmente diezmado, el nazi Paulus se rinde ante los oficiales soviéticos, convirtiéndose en el primer mariscal de campo en la historia alemana en hacerlo.

La Batalla de Stalingrado fue la contienda bélica más sangrienta en la historia. Los alemanes sufrieron unos doscientos cincuenta mil muertos y heridos, unos ciento cincuenta mil los rumanos, ciento cuarenta mil los húngaros y ciento catorce mil los italianos. Los comunistas sufrieron un aproximado de un millón cuatrocientas mil bajas, entre soldados y civiles muertos, heridos, enfermos y desaparecidos.

Punto de inflexión

La Batalla de Stalingrado marcó el inicio del fin del delirio de Adolf Hitler y sus seguidores nazis. Después del 2 de febrero de 1943, las derrotas en el frente oriental alemán fueron sucesivas, hasta llegar a Berlín en mayo de 1945.

La toma del Reichstag por parte del Ejército Rojo y

 la rendición final del Tercer Reich frente a los comunistas, fue el final del nazismo en la Segunda Guerra Mundial y el impedimento del avance de estos alrededor del mundo. De haber conseguido la victoria en Stalingrado, Hitler hubiera desplegado en todo el mundo un genocidio de mayor escala del que ya había realizado.

Después de más de doce meses de haber estado la Unión Soviética defendiendo las puertas de Europa del Este, se produce en 1944 el Desembarco en Normandía de las tropas norteamericanas. En la actualidad y con un trabajo propagandístico de Hollywood, mucho mejor que el de Goebbels, se cree que fue ese acontecimiento el que permitió la derrota del nazismo en la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo fueron los comunistas, los mismos que fueron mediáticamente bastardeados durante el transcurso del Siglo XX, los que liberaron al mundo de las garras del nazismo y el punto de inflexión fue la Batalla de Stalingrado, por eso su efeméride, no deja de ser necesaria.

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FERNANDO BARBARÁN

Columnista en La Columna NOA

Columnista en Radio Novgorod

[email protected]

3875206852

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